Hablando de Salud 

Partimos de la base de que la salud es ese estado de bienestar físico, psíquico y mental que describe la OMS. Un estado general en el que la salud física es el punto de partida. En este amplio apartado es necesario tener en cuenta que cuidar la alimentación y practicar actividad física adecuada son elementos fundamentales para protegerla y mantenerla.

En cuanto a la alimentación existe consenso en que el equilibrio, la variedad y la moderación son los centros de donde parte el principio de Hipócrates “que tu alimento sea tu medicina”.

La salud se ve afectada por la calidad y cantidad de la dieta alimenticia. Es sobradamente conocida la necesidad de que la dieta sea adecuada a cada edad y condición física, que incluya una gran cantidad de vegetales (verduras, legumbres, frutas y cereales integrales)  evitando las grasas animales, los alimentos ultraprocesados y el exceso de bebidas alcohólicas. Es decir, que los alimentos sean lo más frescos y naturales posibles.

La forma de combinar los alimentos puede ser muy variada, y cada persona puede estudiar en sí misma qué le sienta mejor y en qué forma. Con ello estamos prestando atención a la voz interior del cuerpo que nos dice, muy en bajito al principio o muy en alto si no le hacemos caso, qué le sienta mejor en cada momento.

De lo que comemos nuestro organismo extrae energía y nutrientes para mantener las estructuras corporales y la actividad celular general, con sus diversos y complejos procesos metabólicos. Así pasamos de la alimentación a la nutrición, entre las que está la asimilación. Nuestro organismo se mantiene, construye y repara gracias a los nutrientes que asimila de la alimentación.

La forma en que ingerimos los alimentos condiciona su asimilación.  De poco sirve escoger bien los alimentos si no los masticamos de forma adecuada: las enzimas de la saliva realizan el primer gran paso de la transformación de los alimentos en nutrientes indispensables.

Podemos revisar la importancia que le damos a lo que comemos y al cómo lo comemos. Prestar atención al momento, intentando estar en buen estado mientras comemos y saborear cada bocado. La observación interna de cómo nos sienta cada alimento nos puede dar una pista sobre lo que a nuestro cuerpo le refuerza o debilita.

En este capítulo de la alimentación no podemos dejar de lado la parte de la hidratación. Beber agua de forma abundante es imprescindible para el correcto funcionamiento del organismo. Incluso a nivel cerebral los científicos advierten de que no puede llegar un riego sanguíneo adecuado si no estamos suficientemente hidratados. Recordemos que la vida es posible gracias al agua, que está presente en tres cuartas partes de nuestro cuerpo y si no hay el adecuado aporte diario de agua, de poco sirve todo lo anterior. Pensemos en un estanque. Es fácil imaginar que si hay una pequeña cantidad de agua, esta se llenará de microorganismos de putrefacción, y si el agua es abundante, su propio movimiento liberará a su paso las sustancias estancadas.

En cuanto a la actividad física, es decir, el movimiento que le damos al cuerpo, necesitamos recordar la gran cantidad de músculos que tenemos y que necesitan ser activados, estirados y relajados de forma regular para que puedan mantener su buen tono.

Hacer deporte  de forma regular es muy importante; pero todavía lo es más hacerlo de forma equilibrada, que permita un trabajo general de la musculatura, y que tenga elementos fortalecedores de una buena postura anatómica. Los especialistas saben que para el buen funcionamiento corporal es necesario que tengamos una buena postura corporal, porque existen unos ejes estructurales adecuados a la función de cada parte del cuerpo.

La atención y el cuidado de nuestra salud física es facilitadora de un estado psíquico de mayor bienestar. 

¡En Alissa te orientamos y animamos a descubrirlo!


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